19 diciembre 2013

Palacio de Matías Corvino en Visegrád (Hungría)

Una vez terminamos de entrar en calor con el chocolate caliente después de la caminata desde el castillo de Visegrád, volvimos al punto de inicio, al que llegamos nada más poner un pie en Visegrád. Seguimos el camino cercano a la ribera del río hasta que llegamos a las ruinas del palacio.

Ruinas principales del palacio


Al ser fiesta nacional, la entrada era gratuita aquí también, aunque llegamos sobre las cuatro de la tarde y la mujer de la entrada nos avisó que en una hora cerrarían y que no nos entretuviéramos demasiado en cada cosa para verlo todo. No obstante, una hora es suficiente para verlo bien porque no es muy grande y la mayor parte está en ruinas.  Exactamente su horario es de 9:00 a 17:00 y el precio de la entrada es de 550 ft (casi 2€) para los menos de 26 y mayores de 62 años, el resto 1100 ft (casi 4€). En cualquier caso, otra visita recomendable.

Junto a Rebollo, uno de los mayores apasionados de la historia medieval que conozco
Ya comenté algunos aspectos históricos del palacio en las entradas anteriores de Visegrád. El primer edificio lo construyó Carlos I de Hungría, pero luego, a lo largo del tiempo, se fue ampliando y restaurando. El último en meter mano fue Matías Corvino, que lo amplió y reconstruyó algunas zonas en gótico tardío y renacentista. De hecho, es la primera vez que se ve el Renacimiento fuera de Italia. Ya por algo se le conoce como el rey renacentista. Matías y su esposa Beatriz de Aragón lo usaron como residencia de verano. Cuando a mediados del siglo XVI lo abandonaron con la invasión de los turcos otomanos, el palacio fue cayendo en el olvido y para el siglo XVIII ya estaba casi entero cubierto de piedra.

Símbolo de Matías Corvino, el cuervo con el anillo en el pico
Se llegó a pensar que el edificio nunca había existido, pero al final fue encontrado en 1934. Las excavaciones aún no se han terminado hoy en día porque estuvieron detenidas mucho tiempo. El palacio tendría un total de 300 habitaciones y en el año 2000 concluyeron las excavaciones en la zona noroccidental, la cual incluía las cocinas.

Laura y yo en el lapidarium
Lo primero que hicimos fue dirigirnos al lapidarium, que está en el edificio principal bajando unas escaleras, algo así como un sótano. Como el nombre indica, lo que nos encontramos ahí son fragmentos arqueológicos de piedra diversos. Los fragmentos que más destacaban eran los de la fuente de los leones de 1483, la cual tiene su reconstrucción en el propio palacio y en el museo nacional de historia en Budapest.

Gabriele y los restos de la fuente de los leones
Acto seguido continuamos la ruta por los jardines que, por lo que sé, se estaban plantando especies que se sabe que existían en aquellos tiempos, aunque la época que fuimos no era muy propicia para ver un jardín en su máximo esplendor.

Laura y yo en el centro del jardín
Tampoco es que aquello fueran los jardines de Versailles, ni en tamaño ni nada, pero me gusto ese rinconcito del palacio con su pozo y sus cruces de caminitos.

Los jardínes
Al final accedimos al interior del palacio a través del segundo nivel del jardín. Aunque la zona a la que primero accedimos tendría que estar cubierta, el paso del tiempo y el deterioro han provocado la ausencia de gran parte de la fachada y el techo, aún así es seguro pasearse por el interior.


A partir de ahí fuimos a la planta baja de la zona principal donde se encuentra un patio con una famosa fuente, la fuente de Hércules, la cual aparece en el billete de 1000 forints húngaros.

Fuente de Hércules
No obstante, la que está en el patio es una reconstrucción y la verdadera está en unas de las salas-museo, que a saber que función habrían tenido en su momento, donde te explican el sistema de calefacción de la época.

Reconstrucción del despacho del rey Matías
En la planta baja también hay más salas-museo dedicadas a distintos temas como los utensilios de cocina, la caza o restos arqueológicos de incluso época romana. También hay varias reconstrucciones que recrean como habrían sido ciertas salas. En la planta baja sin ir más lejos hay una recreación de cómo habría sido una habitación en época del rey Segismundo de Luxemburgo, anterior a Matías Corvino. Subiendo una pequeña escalinata se llega a la planta media del palacio.

La "cama del rey"
Desde ahí se ve la fuente de Hércules desde arriba y se tiene acceso a una sala que ahora está sin techo y casi sin pared. También está la recreación de los aposentos personales de Matías Corvino con su sala de audiencias, su despacho y su habitación. Del mismo modo se encuentran al lado las cocinas. Que la verdad me chocó, porque los aposentos y las cocinas estaban puerta con puerta, así que no sé si sería aquella la verdadera ubicación de éstas, aunque lo dudo.

Las cocinas
Subiendo una planta más, se llega hasta arriba del todo. Aquello está todo al aire libre, pero tendría que estar cubierto en la época. En esa zona nos encontramos con la reconstrucción de la fuente de los leones.

Reconstrucción de la fuente de los leones
Los reyes tendrían desde aquí acceso al palco que asomaba a la pequeña capilla que estaba anexionada al palacio y que igualmente ya no tiene techo que la cubra.

Pasillo que da acceso al palco de la capilla
Prácticamente ahí acabó nuestro pequeño periplo por la humilde morada de nuestro amigo Matías, al descender las escaleras que unían la capilla con la entrada. Salimos por donde entramos, entre el campo de las justas y el palacio, y nos dirigimos a nuestro último destino en Visegrád antes de volver a casa, la torre de Salomón.
Ventana de la capilla
Más fotos de Visegrád

El vídeo que grabé y que visualiza el recorrido que he relatado.


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