Hoy hace 25 años de la caída de Berlín (casi el mismo tiempo que llevo sin actualizar). Fue un día histórico en la que la balanza del mundo se giró hacia EEUU por completo, convirtiéndola en una potencia hegemónica con capacidad de determinar las reglas del juego sin oposición alguna.
Muchas partes de ese muro se conservaron y muchas acabaron en distintas partes del mundo. Una parte de él acabó en Budapest, justo en el inicio de la calle en donde vivía junto a la Casa del Terror, museo dedicado a la vida de los húngaros bajo el mandato, tanto de la Alemania nazi, como de la Unión Soviética.
Cuando iba hacia Oktogon, en la Avenida Andrássy, a la Plaza de los Héroes, un poco más adelante, o a coger la parada que justo está al lado, convirtiéndose el monumento en algo muy cotidiano en mi día a día allí. Junto a él estaba un monumento de cadenas que representa al telón de acero.
El muro de Berlín casi hace olvidar que hoy en día existen más de una decena de muros en el mundo y que, muchos de los que proclamaban derribar el muro de Berlin, hoy no se hace nada por derribar los que restan como el de EEUU - México, el de Israel o, más cerca de casa, las barreras de Ceuta y Melilla.
En mi opinión, no se podrá estar de celebración hasta que todos los muros del mundo, tanto físicos como mentales, sean derrumbados.