09 enero 2014

Últimos pasos por Belgrado (Serbia)

Como no seguí un orden establecido cuando narré nuestros pasos por la capital de Serbia, voy a dedicar esta última entrada sobre Serbia a todo lo que vimos y me faltó comentar, que por otro lado no es mucho. Las anteriores entradas sobre Belgrado fueron la llegada, los primeros pasos que dimos, el Kalemegdam , el museo de Nikola Tesla y el parque de Karadjordge.

El día que tuvimos el tour con la guía, después de pasearnos por el Kalemegdam, nos llevó a otro punto al lado del parque, a la calle Kralja Petra, donde había tres sitios de interés. En primer lugar, el palacio de la princesa Ljubice, quien fue la esposa del príncipe Milos, de principios del siglo XIX (1831) y de estilo totalmente balcánico, por fuera y por dentro con el mobiliario. Ahora es un museo que cuenta un poco la vida de dicha princesa y al cual no entré.

Palacio de la princesa Ljubice
Por otro lado, en ese mismo lugar también estaba la catedral de Belgrado que se llama Templo del Arcángel Mihailo o Miguel. La ordeno construir el rey Milos Obrenovic en 1837 sobre una iglesia que ya llevaba ahí desde 1728. El lugar de culto es de estilo clasicista, pero con elementos barrocos. También se encuentran las sepulturas de cuatro personajes prestigiosos del país; el propio Milos, su hijo Mihailo Obrenovic y las dos eminencias de la cultura serbia, el lingüista Vuk Stefanovic Karadzic y el filósofo Dositej Obradovic.

Catedral de San Miguel
Justo al lado está el café-restaurante más antiguo de Belgrado que en la actualidad no es tan conocido por ese hecho, si no por su peculiar nombre, "?". Se construyó en 1823 en estilo balcánico y al principio fue propiedad del príncipe Milos Obrenovic. El primer café fue inaugurado tres años después bajo el nombre de "Cafe de Ecim-Toma" por un curandero, del mismo nombre del café, que había curado al príncipe. En 1878 cambió de propietarios y pasó a llamarse "En casa de los pastores" para volver a cambiar de nombre en 1892 a "Donde la Catedral" por eso de que esta justo al lado de ella. Según nuestra guía, esto no les gustó nada a las autoridades eclesiásticas, ya que lo considerarían algo blasfemo y porque no les gustaría el sitio, y el propietario decidió poner el nombre provisional de "?". El caso que ya de provisional no tiene nada después de un siglo con ese nombre.

Migue y yo no sabemos donde estamos
Esa misma noche teníamos pensado cenar en un restaurante tradicional de esos y luego salir de fiesta ya que ese día coincidía con la noche de Halloween, pero la guía no nos recomendó ir al famoso "?" ni a los restaurantes típicos del barrio bohemio de Skadarlija, que ya hablé de él, porque los precios son más elevados, por lo que nos recomendó otro sitio igual de típico en el que comer. El caso fue que llegada la noche nos perdimos, pero encontramos otro que nos encantó.

Sabela y yo a la entrada del restaurante típico
No recuerdo el nombre del restaurante ni el lugar. Lo que sí recuerdo es que comimos muy bien, comida riquísima y pagamos unos 6 euros. De primeras nos sirvieron a cada uno un chupito de rakia, el licor típico, ya que es tradición que se sirva el rakia frío en un pequeño recipiente de vidrio antes de cada comida, como si de un aperitivo se tratase, y nosotros no queríamos saltarnos aquella tradición. Lo cierto es que ya lo comenté en una entrada anterior, pero me recordó bastante al palinka húngaro y se notaba que tenía muchos grados.

Catando el Rakia
Todos nos decidimos por coger un plato grande para cinco personas que nos recomendó el simpático camarero y no los dividimos. Ese plato constaba por un carne, patatas asadas y una salsa. Aún se me hace la boca agua al recordar aquel sabor, fue único y todos quedamos muy satisfechos.


Después salimos todo decididos a disfrutar de la fiesta de Halloween y pensábamos que sabíamos donde estaba la zona de marcha, pero resultó ser algo desastroso. Pegamos muchas vueltas y sólo nos encontramos con tres chicos disfrazados, nos dijeron donde ir y fuimos. Sólo era un pequeño bar en el que no había nada de ambiente. Así que decidimos buscar otro sitio y caminamos muchos para lograrlo. Al final el cansancio nos pudo y la cama inevitablemente nos secuestró.


Migue grabó un vídeo en el restaurante:


Otra de las cosas que nos pasamos a ver fueron los famosos edificios del Ministerio de Defensa de la República Federal de Yugoslavia que fueron bombardeados por la OTAN en 1999 sin la autorización de la ONU, por lo que se considera por algunos como un crimen de guerra.


EEUU dirigió a la OTAN en dichos ataques, 15.000 en total durante 79 días sobre todo el territorio yugoslavo, tanto ciudades como pueblos, que destruyeron todo tipo de infraestructuras vitales; puentes, hospitales, escuelas, fábricas, etc. ¿La excusa que se dio? Evitar la represión de los albaneses en Kosovo. Vamos, una "bonita forma de democratización" que se mantiene hoy en día por desgracia. A ellos nadie les bombardeo por la atrocidades de Vietnam.


La República de Yugoslavia existió hasta 2003, momento en el que paso a llamarse Serbia y Montegro, pero ésta se independizó en el 2006. En El Mundo hay un artículo con una buena cronología del proceso de desintegración de Yugoslavia. Artículo aquí.


Hicimos unas cuentas fotos mientras un militar que había por allí no paraba de mirarnos. No sé si por el sentimiento amargo que representan esos edificios medio derruidos o por alguna otra razón, aquel hombre empezó a gritarnos en serbio en tono muy amenazante. No entendíamos nada, pero eso y su pistola nos intimidó lo suficiente como para marcharnos de allí a paso ligero.

El militar en concreto fue ese, ahora que lo pienso, viendo la foto no se si interpretaría mal algún gesto nuestro.
Antes de coger de nuevo el tren en nuestro último día por allí, paseamos más por las calles, vimos la iglesia de San Marcos, en estilo serbio-bizantino, y probamos el tranvía. 


Cogimos el tren de noche, de nuevo dormiríamos en él durante la noche de vuelta a Budapest, pero esa vez coincidimos con un madrileño que resultaba que estaba de Erasmus en Bucarest y se dirigía a Budapest a hacer algo de turismo.

Al volver Sabela y yo lo invitamos a nuestro piso y le enseñamos un poco la ciudad. ¡Es curioso ver cómo te encuentras con españoles en cada esquina! No es que sea la más patriótica del mundo, pero encontrarte por ahí con alguien que su lengua materna sea el castellano, no sólo de España, hace que un sentimiento de alegría y nostalgia te salga de dentro.



Dejo un mix de vídeo de lo que he comentado en otras entradas y en esta.



La conclusión sobre Belgrado que saqué fue muy positiva. Iba sin muchas expectativas y la ciudad me acabó gustando mucho. Es más, me pareció muy limpia y una buena ciudad para vivir en general. Eso sí, el tráfico es terrible, pero aún así creo que Roma, respecto a eso, es la peor ciudad que he visto. Quitando esos edificios de antes, cualquiera diría que fue bombardeada hace 15 años. La verdad que me gustaría volver y conocer otras zonas de Serbia.


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